La Simonía, en el cristianismo se conoce como la compra o venta de lo espiritual o algo sagrado, y eso está prohibido porque los dones de Dios, tanto espirituales como materiales, no se pueden comprar con dinero, se reciben de manera gratuita, principalmente por medio de la gracia divina que se manifiesta en la fe, la oración y obediencia a los mandamientos de Dios. Se debe reconocer y ser agradecido de que todo proviene del Señor, así que es trascendental valorarlo y recibirlo correctamente, jamás se podrán comprar. La práctica de la Simonía dentro de la Iglesia Católica es considera como un pecado grave y también es vista como una falta en varias denominaciones cristianas.

  Catecismo de la Iglesia Católica (CIC)

  2139 La acción de tentar a Dios de palabra o de obra, el sacrilegio y la simonía son pecados de irreligión, prohibidos por el primer mandamiento.


 La Simonía tuvo su mayor auge en la Edad Media (desde el siglo V hasta el siglo XV) y los primeros años del Renacimiento (desde el siglo XV y XVI), y eso que ya era una violación a lo aprobado en el Concilio de Calcedonia (año 451); aunque desde la época de los apóstoles ya se conocía y combatía esta práctica, siendo mencionada en la Biblia en el libro de los Hechos de los Apóstoles, así que desde los inicios del cristianismo se ha sido combatida y se sigue combatiendo. El nombre que recibe la práctica de comprar o vender lo espiritual, o algo sagrado viene por una persona conocida como Simón el Mago quien en una oportunidad intentó comprar a los apóstoles el poder del Espíritu Santo.

Hechos de los Apóstoles 8:9-23

9 Desde hacía un tiempo, vivía en esa ciudad un hombre llamado Simón, el cual con sus artes mágicas tenía deslumbrados a los samaritanos y pretendía ser un gran personaje.

10 Todos, desde el más pequeño al más grande, lo seguían y decían: «Este hombre es la Fuerza de Dios, esa que es llamada Grande».

11 Y lo seguían, porque desde hacía tiempo los tenía seducidos con su magia.

12 Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba la Buena Noticia del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, todos, hombres y mujeres, se hicieron bautizar.

13 Simón también creyó y, una vez bautizado, no se separaba de Felipe. Al ver los signos y los grandes prodigios que se realizaban, él no salía de su asombro.

14 Cuando los Apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que los samaritanos habían recibido la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.

15 Estos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo.

16 Porque todavía no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús.

17 Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.

18 Al ver que por la imposición de las manos de los Apóstoles se confería el Espíritu Santo, Simón les ofreció dinero,

19 diciéndoles: «Les ruego que me den ese poder a mí también, para que aquel a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo».

20 Pedro le contestó: «Maldito sea tu dinero y tú mismo, Porque has creído que el don de Dios se compra con dinero.

21 Tú no tendrás ninguna participación en ese poder, porque tu corazón no es recto a los ojos de Dios.

22 Arrepiéntete de tu maldad y ora al Señor: quizá él te perdone este mal deseo de tu corazón,

23 porque veo que estás sumido en la amargura de la hiel y envuelto en los lazos de la iniquidad».


    Es importante de esta manera tener claro que cuando se compre algún objeto que les recuerde al Señor no están comprando un don de Dios. Se debe tener cuidado por ejemplo cuando van a un lugar sagrado y compran algún recuerdo y le dicen esto vale tanto porque ha sido bendecido que eso está mal, si el valor se lo ponen porque el objeto ha sido bendecido, está bien colocarle un valor a algo material pero no es correcto por lo espiritual porque se está incurriendo en una Simonía tanto por parte del vendedor y también del comprador si piensa que está comprando con dinero un don espiritual. Todos los dones del Espíritu Santo son gratis, se debe tener un corazón limpio y abierto para recibir al Señor, recordando procurar vivir en la gracia de Dios, teniendo presente al Padre (Dios), y al Hijo (Jesucristo, Dios) y al Espíritu Santo (Dios), ese es el Misterio de la Santísima Trinidad, 3 personas distintas pero es un Único Dios.